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La Vía Francisca de Lucomagno
A lo largo de la Vía Francisca del Lucomagno, la Edad Media resurge en un Camino del pasado. Entre montañas y naturaleza virgen
La Vía Francisca del Lucomagno toca importantes lugares de arte y asentamientos monásticos que son fundamentales para la historia italiana y europea, así como áreas naturales de considerable interés.
La ruta, llena de testimonios históricos y religiosos, permitió en la antigüedad a peregrinos, monjes, eclesiásticos y emperadores llegar a Roma desde el lago Constanza, en el centro de Europa.
En territorio suizo, esta ruta atraviesa varios lugares importantes como San Gallo, Coira, Disentis, Bellinzona, Agno y entra en el territorio italiano en Lavena Ponte Tresa, desde donde comienza el tramo lombardo de la Vía Francisca del Lucomagno.
Continuando por el carril bici y peatonal - la antigua línea de tranvía que, en la primera mitad del siglo XX, conectaba Ponte Tresa con Varese - volverá a encontrarse con algunas estaciones en estilo liberty y en Cadegliano Viconago llegará al Parque Argentera, donde podrá disfrutar de un momento de descanso entre arroyos, cascadas y molinos.
Después de pasar Ghirla, donde se encontrará con el antiguo Maglio y tras cruzar el pintoresco oasis natural del lago, llegará a la Abadía de San Gemolo en Ganna, que se levanta en el lugar donde, según la tradición, en torno al 1047 fue asesinado y enterrado el joven diácono Gemolo.
En este punto, la Vía se encarama por los bosques del Parque Campo dei Fiori, un verdadero oasis verde con unas vistas panorámicas espléndidas; para aquellos que elijan usar la bicicleta, es recomendable optar por la carretera provincial que une Ganna con el pueblo rural de Brinzio, donde se encuentra un interesante Museo de la Civilización Campesina.
Una vez cruzada la aldea de Rasa, llegará a la base de Viale delle Cappelle, un camino del siglo XVII que lleva a Santa Maria del Monte di Varese, un sitio declarado Patrimonio de la UNESCO desde 2003, orgullo de la ciudad y de la Lombardía. Catorce capillas acompañan al peregrino durante el ascenso, obras artísticas de excepcional belleza arquitectónica, escultórica y pictórica, todas dedicadas a los misterios del Rosario.
Al final de la avenida se recomienda una breve parada en la terraza panorámica, llamada Mosè, desde donde podrá disfrutar de una vista espectacular de Varese, de la ciudad de Milán, del valle del Po, de la corona de los Alpes, los Prealpes y, si el cielo está claro, ¡de los Apeninos!
También podrá hacer una breve visita, además de la Cripta de la Basílica, restaurada y abierta al público, con los maravillosos frescos del siglo XIV, al Museo Baroffio, con pequeñas colecciones de esculturas románicas, manuscritos iluminados y pinturas, así como al Museo Pogliaghi, ubicado en la casa que el artista milanés eligió como residencia, dentro de la cual encontrará una increíble colección de restos griegos, romanos y orientales, de obras del artista, como el espectacular yeso preparatorio de la puerta central del Duomo de Milán, ¡de tamaño natural!
La ruta continúa cuesta abajo hacia Varese, el llamado Jardín de la Ciudad por la riqueza de parques y villas lujosas y, tras dejar el centro de la ciudad, se encontrará cruzando una gran zona rural y boscosa cerca del lago de Varese, para luego volver a subir hacia Gazzada, Schianno, Morazzone y, cuando llegue a Caronno Corbellaro, se encontrará en una terraza fluvial del río Olona desde donde podrá disfrutar de una espléndida vista de los Alpes y de la llanura.
Cuando llegue al pueblo de Castiglione Olona, podrá visitar el hermoso Palacio Branda, la Colegiata y el Baptisterio con los espléndidos ciclos pictóricos pintados al fresco por Masolino da Panicale, Vecchietta y Paolo Schiavo.
A pocos kilómetros se llega al complejo del Monasterio de Torba que, con el cercano Castrum de Castelseprio y Santa Maria Foris Portas, son un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2011.
La ruta continúa a lo largo del carril bici y peatonal del valle de Olona utilizando la antigua ferroviaria de Valmorea, abandonada progresivamente en los años 70 del siglo pasado, que conectaba importantes sitios industriales, ahora en su mayoría abandonados, a lo largo del río Olona, entre Castellanza y Mendrisio en el cantón del Tesino. Con un breve desvío puede llegar al Monasterio de Santa Maria Assunta en Cairate que data de la primera mitad del siglo VIII, uno de los primeros asentamientos monásticos del territorio lombardo.
En Castellanza, sede de una prestigiosa universidad privada en Lombardía, cruzará el verde oasis del Parque Alto Milanese, hasta llegar a Castelletto di Cuggiono, donde la ruta, utilizando el camino de sirga del Naviglio Grande y luego el de Naviglio di Bereguardo, se dirige hacia Pavía donde se unirá a la Vía Francígena.
En este tramo caracterizado por el lento flujo del agua del Naviglio, estará rodeado por un paisaje típicamente llano, con arboledas, cultivos agrícolas extensos y una fauna que vive en este hábitat gobernado por el Parque del Ticino. Transitará por pueblos llenos de parques y villas como Cuggiono, Robecco sul Naviglio, Cassinetta di Lugagnano, Torre d'Isola, por castillos como Abbiategrasso y Bereguardo, y por abadías como la evocadora y monumental Morimondo.
5 RAZONES PARA SEGUIR EL ITINERARIO
- La Abadía de San Gemolo en Ganna, el Monasterio delle Romite Ambrosiane en el el Sacro Monte de Varese, el Monasterio de Torba en Gornate Olona, el Monasterio de Santa Maria Assunta en Cairate, el Convento de San Rocco en Castelletto di Cuggiono y la Abadía de Morimondo son lugares donde la vida monástica, en sus diversas formas y reglas, ha dejado una gran riqueza espiritual, una memoria indeleble y un valioso patrimonio arquitectónico.
- Varese, la Ciudad de los Jardines: un nombre que encarna perfectamente la idea de la combinación de medio ambiente, naturaleza y urbanización que ha caracterizado el alma de la ciudad durante varios siglos.
- Castiglione Olona, primera ‘Ciudad ideal’ del humanismo renacentista, se reconstruyó en los años veinte del siglo XV y fue completada alrededor de 1435 por el cardenal y humanista Branda Castiglioni. Aquí aún hoy es posible respirar y sumergirse en un microcosmos europeo, basado en la interacción de artistas lombardos, venecianos, toscanos, franceses, alemanes, bohemios y húngaros que ha llevado a geniales combinaciones de estilos entre el gótico tardío y el humanismo, a los diversos lenguajes arquitectónicos de las iglesias y a los grandes ciclos de frescos.
- El Parque del Ticino, una sorpresa ineludible para quienes se aventuran allí por primera vez, una cita que nunca decepcionará a los que deciden volver a disfrutar de las maravillas que ofrece este gran pulmón verde que abarca el curso del río Ticino.
- El Elixir del Borducan, el licor del Sacro Monte, una infusión con naranja y hierbas aromáticas inventada en 1872 por el garibaldino Davide Bregonzio, que se puede degustar en el homónimo local.