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Un dia de spa en la ciudad

Para mi día de mimos y relax he escogido el Hotel Boscolo, una excelencia en materia de spas en Milán.

Ya al ingresar tuve una sensación de calma y bienestar: ¿será el alejamiento de la vida de la ciudad o pensar en lo que me espera? Me siento lista para relajarme de verdad. Dejo mis cosas en una habitación donde han sido colocadas frutas y velas, una agradable sorpresa, aunque no veo la hora de correr hacia el Centro de Bienestar. El Spa, ideado por el arquitecto Simone Micheli, es uno de los más grandes de Milán, con 600 m² y dispone de 6 salas de belleza. Su arquitectura es muy original y está concentrada en el relax: las burbujas plateadas sobre todas las paredes exaltan todavía más el efecto de la luz azulada que ayuda a relajarse.

Comienzo con un masaje. No es fácil decidir entre las muchas ofertas de la lista; el masaje Lomi-Juma favorece el flujo energético de cuerpo y mente, el masaje de aromaterapia estimula los sentidos y elimina el estrés gracias a los aceites esenciales, pero al final decido recibir un Floral Massage Ritual. Este masaje se inspira en el Ayurveda indio y en la medicina tradicional china en una ceremonia que trata cada una de las partes del cuerpo, con técnicas que incluyen también la utilización de flores. Una vez terminado el masaje me siento mucho más serena, como si me hubieran quitado un peso que no sabía que llevaba encima, libre de estrés, renovada. ¡Un excelente comienzo para mi jornada de relax! Inmediatamente después me dirijo a la tina de hidromasaje, donde paso unos minutos espléndidos y perfumados, luego decido pasar a un tratamiento corporal. Una profesional experta y amable comienza a aplicarme un HoneyScrub para exfoliar mi piel, luego me envuelve en el Detox Marine Algae Wrap, escogiendo un cóctel desintoxicante a la medida. Decido regalarles a mis piernas un masaje para estimular la circulación. Luego de una sauna y de un baño en la tina de agua fría, estoy lista para el tratamiento facial: escojo uno iluminador, con limpieza tradicional y baño floral. No me resta sino repartirme entre la cascada de agua y la zona de relax, acunada dulcemente por sonidos e imágenes relajantes emitidas por una pantalla de 15 metros dentro del spa.

Al final de la jornada vuelvo a mi habitación, enciendo por un momento las velas preparadas para mí y luego, muy relajada, me adormezco dulcemente.

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